miércoles, 30 de abril de 2014

Las ponencias más allá del ponente


Se aprende mucho de la experiencia y estos días que tenemos la misión de preparar ponencias en el máster, podemos extraer algunas conclusiones para que sean un éxito. Ni qué decir tiene que la elección de los ponentes es crucial en el desarrollo de la misma, porque su saber hablar, su preparación, su dominio del lenguaje y los medios audiovisuales que presente son fundamentales, pero nosotros como gestores culturales debemos tener presente lo que rodea al evento y algunos detalles que lo hagan más flexible y atraiga a los públicos.

Aquí van mis observaciones:
  • Crear un hashtag (tipo #NombreEvento) para que desde el inicio se haga referencia a él en todos los elementos de marketing
  • Crear un evento en Facebook y hablar de ello en Twitter desde al menos 3 semanas antes.
  • Diseñar un buen cartel que sirva como elemento publicitario en redes sociales, imagen whatsapp. También imprimir unos cuantos en papel físico (DIN A3) para al menos ponerlo en los alrededores del sitio donde tenga lugar el evento. Indicar bien la fecha, hora y el lugar del evento.
  • Programa de mano donde se explique el perfil y contacto de los ponentes así como un esquema temporal de la ponencia. Se repartirá a la entrada.
  • Sobre la mesa, carteles con el nombre de los ponentes y micrófonos que se escuchen bien.
  • Una pantalla twitter en la sala en la que todos los asistentes puedan ver reflejados sus tweets sobre la ponencia. Hay varias herramientas gratuitas: http://www.tweetwally.com/ ó http://www.tweetbeam.com/
  • Crear algún tipo de concurso o prueba de manera que los asistentes reciban algún regalo por ello (photocall, preguntas en twitter, etc)
  • Al menos 2 personas haciendo labores CM (Community Manager) que se tienen que ocupar de la parte online de la ponencia: una publicando un extracto de lo que se va diciendo más fotos del evento; y otra escuchando el timeline para responder en el momento e ir apuntando las preguntas que se hagan posteriormente con el micrófono en sala.
  • En la ronda de preguntas, que haya micros inalámbricos y una o dos personas siempre mirando al público para ver quién quiere preguntar y pasar el micro antes de que les den el turno de palabra.
  • Si es posible y si hay medios, que se retransmita toda la ponencia por streaming, para que que haya una proyección del público fuera de la sala.
  • Al día siguiente del evento, hacer un storify http://storify.com con los tweets más relevantes de la ponencia y una recopilación estadística del evento. Hay herramientas gratuitas como: http://www.tweet-tag.com/ ó http://www.tweetbinder.com/ que no son exhaustivas ni totalmente precisas pero nos dan una idea cualitativa de la sesión.
Si se nos ocurre entre todos algún otro detalle más, iré actualizando la lista.

viernes, 4 de abril de 2014

Si cierran salas de cine es porque lo hacen mal


El título puede parecer pretencioso, pero estoy parafraseando a Jonás Trueba cuando explicaba en el máster de gestión cultural las políticas de distribución y exhibición que se llevan a cabo en España, al menos vista desde su perspectiva de productor- realizador. En realidad, la cadena del cine tiene tantos pasos que conviene conocerla para entender bien las situaciones. Además, una pata fundamental (y aquí vuelvo a Robert Muro) en todo empeño de proyecto cultural es y debe ser el público, y es cierto que en el cine de distribución de las "majors" (lo que llamamos, cine comercial) al público se le trata como simple elemento de ingreso, que se le cobra una entrada (a veces con bastante comisión por plataforma), se le dan las luces en cuanto aparecen los créditos (para que se vaya pronto y comience nueva sesión, cual turnos de una fábrica) y se le saca rápido por una puerta trasera que casi siempre va a dar a un descampado o una calle insólita. No se cuida para nada la experiencia cinéfila.

Conviene saber, que en un cine comercial, si una entrada cuesta, por ejemplo, 8€, el reparto aproximado es el siguiente: 1.68€ (Hacienda por el IVA) + 2.5€ (Sala de cine exhibidora) + 3.58€ (Productor) + 1€ (Distribuidor) + 0,24€ por las diversas sociedades de gestión (SGAE,DAMA, AIE, AISGE).

Las salas de cine que pertenecen a grandes distribuidoras, realmente no tienen programación. Simplemente tienen que pensar cuánto tiempo quieren mantener una película (del catálogo imperativo que llega de EE.UU) y va a estar en cartel. Sólo programan el tiempo. Hasta el año 1999 había una "cuota de distribución" de forma que se aseguraba en esos cine una mínima cuota de pantalla de cine español, dado que para conseguir la licencia de doblaje se necesitaba distribuir una película española. Ahora dicha ley ya no existe.


Por otro lado, existen salas más independientes, alejadas de este circuito comercial, donde el proceso conlleva una programación más estudiada, mejor planteada, poniendo acento en películas, temas, directores, cuidando más al público que se acerca por gusto al cine, donde el proceso conlleva buscar las películas a exhibir por distribuidoras oficiales, no oficiales, filmotecas, incluso preguntando a la familia de los autores o a coleccionistas. Conviene diferenciar, además, que por un lado hay que buscar las copias de las películas y por otro al dueño de los derechos de exhibición (que muchas veces no coincide). En ciertos casos, son los propios realizadores-productores los que tienen que negociar el precio con las salas en formato "four wall contract", es decir, al más puro estilo de la gestión escénica: un caché, la taquilla, o un fijo más % de entradas,... Estos cines sufren más los cambios tecnológicos (como el proceso de digitalización tanto de películas como de salas, al que están abocados todos desde el 2014, con la consiguiente pérdida de mucho patrimonio cinematográfico porque "si no da dinero, no se va a hacer el proceso"). No obstante, este tipo de salas "residuales", quizá se puedan tildar de "románticas" pero se pueden convertir en el futuro en los protagonistas de la distribución para todos los nuevos realizadores y nosotros, como gestores culturales, tenemos casi la obligación de preservar, cuidar y apoyar. No sólo es cuestión de dinero, sino que es un tema de justicia cultural.


Queda mucho por hacer en la gestión de las salas, pero dado que para los realizadores de películas lo que les interesa es que su obra se vea en pantalla grande, con sala oscura y "espectadores interesados, rehenes de atención" tendrá que llegarse a un acuerdo tácito y que las salas tengan flexibilidad de horarios y precios, que la recaudación sea equilibrada habiendo un reparto entre el autor-productor y la sala que arriesga, y que el público se sienta bien, cuidado y forme parte del proceso.